El cáncer del tracto urinario superior (uréter y pelvis renal) suele originarse en el urotelio o en el recubrimiento interno de las paredes del uréter, la pelvis renal y las cavidades renales. Este tipo de cáncer urotelial o de células transicionales es mucho más frecuente en la vejiga, pero cuando aparece en el tracto urinario superior requiere un tratamiento específico.

Los tumores del tracto urinario superior que involucran la pelvis renal y el uréter son relativamente infrecuentes, representan alrededor del 7% al 10% de todos los tumores renales y casi un 5% de los uroteliales. Los tumores de uréter son todavía más raros.

Los factores de riesgo más importantes son el tabaquismo, el uso excesivo de analgésicos (especialmente fenacetina), la necrosis papilar, las infecciones urinarias crónicas, los cálculos renales, la exposición ocupacional a tintes y otras sustancias químicas, la nefropatía de los Balcanes, la utilización de ciertos medios de contraste y el antecedente familiar. La tendencia a la recurrencia de estos tumores es elevada y por lo general son multicéntricos (aparacen en varios puntos del tracto urinario superior).

¿CUÁLES SON SUS POSIBLES SÍNTOMAS?

Pueden presentarse con síntomas como hematuria (presencia de sangre en la orina) y dolor de intensidad variable; y con menor frecuencia, molestias urinarias. En casos avanzados aparece un síndrome de debilidad, falta de hambre y pérdida de peso.

¿QUÉ PRUEBAS ME RECOMENDARÁ EL ESPECIALISTA?

Para su estudio se emplea la urografía intravenosa, combinada con la tomografía axial computarizada (TAC), la citología urinaria y la ureteroscopia diagnóstica.

¿QUÉ OPCIONES DE TRATAMIENTO EXISTEN Y CUÁL ES SU PRONÓSTICO?

El tratamiento convencional de estos tumores ha sido la nefroureterectomía abierta (extirpación de riñón, uréter y un rodete de vejiga alrededor de la desembocadura del uréter). Más recientemente, gracias a la introducción de técnicas de laparoscopia urológica, la nefroureterectomía laparoscópica permite una recuperación más rápida y con menos secuelas para el paciente y las técnicas de endoscopia urológica, la ureteroscopia flexible y la cirugía percutánea renal, permiten en algunos pacientes aplicar tratamientos más conservadores que preservan el riñón.